Daniel Alberto Madriz
Juan Rodríguez Bermejo, desde su puesto de vigía en la carabela La Pinta, fue el marinero de la primera expedición de Cristóbal Colón, en divisar tierra en la madrugada del 12 de octubre de 1492. También conocido como Rodrigo de Triana, a través del catalejo había avistado una pequeña isla del archipiélago de las Lucayas (Bahamas), cuyo nombre aborigen era Guanahani, a la que Colón llamó después San Salvador. Rodríguez Bermejo nunca pudo cobrar los 10.000 maravedís de recompensa que habían prometido los Reyes Católicos, al primero que divisara tierra, ya que Colón, mintió frente a los Reyes castizos, diciéndoles que fue él quien había visto la isla, antes que Rodrigo de Triana, y así hurtó el dinero que se había ganado el marino andaluz nacido en Lepe, Huelva. En esta acción, como en otras de la misma índole, queda retratada la verdadera personalidad de Colón, engañador de oficio y dado al timo, a las falsedades, y a la violencia, cuando era contrariado y no obtenía los objetivos que siempre ocultaba.
Imantaba la brújula del timón, para
despistar cualquier curioso observador y llevaba un doble registro en su
bitácora, de la distancia y rutas recorridas, para avalar frente a la
tripulación, en caso de amotinamiento, menos leguas marinas de las
realmente recorridas y justificar lo tardío de no encontrar el
fantasioso Cipango o Japón, que buscaba.
Fue experto en manipular y
ocultar sus ambiciones. Seleccionaba con sumo cuidado sus tripulaciones
para evitar posibles rebeliones.
Igualmente Colón engañó a los Reyes
Católicos con las remesas de oro que les enviaba al Reino. Cuando los
Caciques tainos, destruyeron el fuerte Natividad, construído en el
primer viaje de Colón, y quienes combatieron contra los 40 soldados bien
armados y dejados por el navegante en el cuartel de la isla, que luego
llamaron La Española, debido a los abusos, rapto de mujeres adolescentes
y atropellos que los castellanos hacían contra los habitantes
originarios. Colón al regresar en su segunda expedición a la Española,
después de un año, se preocupó más por el oro enterrado en el fuerte,
que por la suerte corrida por los ibéricos y la muerte de éstos en
combate.
Una investigación realizada por la Universidad de Buenos Aires, verifica que Colón menciona 175 veces la palabra oro en su diario de a bordo, lo que denota sin dudas su verdadero objetivo al echarse al mar, desde el fluvial Puerto de Palos de la Frontera del Atlántico español, el 3 de agosto de 1492, con sus amigos y experimentados navegantes los hermanos Pinzón, en busca de la “montaña de oro de la India”, leyenda fantasiosa inventada por Marco Polo. El diario de a bordo es un registro vital de los sucesos y observaciones que usó Colón, durante sus viajes como era usual en los navegantes.
El énfasis en el oro, refleja la principal
motivación económica y la búsqueda de riquezas que impulsó la primera
expedición y luego las otras tres realizadas, las cuales fueron avaladas
por los entonces Reyes de España, interesados más por el oro que
pudiera encontrar Colón, que por la búsqueda de una nueva ruta comercial
de la seda y las especias orientales.
Cristóforo Colombo, conocido así también por su nacimiento, no confirmado en Génova, lugar donde vivió su niñez y juventud, escribió en su diario: “El oro es excelentísimo, del oro se hace tesoro y con él, quien lo tiene hace cuanto quiere en el mundo”. Apenas pisó las blancas arenas de la isla de Guanahani, aquel amanecer de 12 de octubre de 1492, usando señas y gesticulaciones, les preguntó a los originarios, el lugar dónde se podía encontrar el metal brillante que colgaba de sus cuellos, brazos y muñecas, obsesión que repitió durante su cuatros expediciones, cuando se topaba con aborígenes de las diversas islas del Caribe que visitó.
Preguntando
a los tainos por el valioso metal, navegó por las costas de Cuba, pero
no se detuvo en ella porque se dirigía a la isla de las cascadas y
arroyuelos, hoy Jamaica, que conoció por equivocación, no encontró el
oro que buscaba en ella y retornó sin dilación a La Española.
La otra cara del mentado Almirante, es la de traficante de personas e iniciador de las violaciones de los derechos naturales y humanos de los pueblos originarios del continente Abya Ayala, siendo Colón el pionero en la lucrativa actividad mercantilista del tráfico, en calidad de esclavitud de personas originarias y de fauna (transportó loros, papagayos, guacamayas y mamíferos) del llamado Nuevo Mundo hacia la Península Ibérica.
Aunque las cifras exactas varían según la fuente,
se estima que Cristóbal Colón, llevó a España, al regresar de su primera
expedición, entre 10 y 25 indígenas, en 1493. Solo sobrevivieron entre 7
u 8 de ellos al llegar a la Corte de los Reyes Católicos, porque dos se
arrojaron al mar y un tercero murió del frío o enfermedad misteriosa,
dado que llegaron a la Corte, como dijera el obispo Fonseca: “vestían
como nacieron, como andaban de donde vinieron”. El resto murió en los
monasterios a donde fueron llevados. Tiempo después en las siguientes
expediciones, traficaron llevando mujeres nativas secuestradas a la
península ibérica para ser vendidas como esclavas entre los cortesanos
pudientes, quienes pagaban altas cantidades de oro por las niñas y
adolecentes que usaban como sirvientas y concubinas a la vez, con
resultados igualmente trágicos. Colón en el Segundo Viaje, realizado en
1494, capturó a 1.500 indígenas de la isla Quisqueya o “madre de todas
las tierras”, llamada así por los tainos a la parte oriental que Colón
después la llamaría como La Española.
De los 1.500 solo pudo enviar
550 por falta de espacio en las Carabelas, traficando solo los mejores
entre 12 y 30 años a España según especificó el Genovés, para ser
vendidos como esclavos, de los cuales 200 murieron en la travesía que
duraba entre 30 o 40 días, dado que eran mal alimentados. A raíz de la
brutalidad del trato, con los originarios, la Reina Isabel I de
Castilla, ordenó por Real Cédula, que se detuviera la práctica de
esclavizar aborígenes y que los supervivientes fueran devueltos a su
tierra natal. Los hermanos de Colón, participaron en las crueles
expediciones de tráficos de aborígenes, no hay registros detallados
sobre la totalidad de indígenas que llevaron a España, pero datos
encontrados años después indican que Bartolomé Colón, envió 800 y Diego
300 nativos, porque al igual que su hermano Cristóbal, alteraban los
datos siendo igual de farsantes como su hermano mayor.
No obstante, es un hecho histórico que los hermanos de Colón, participaron en la captura, maltrato y envío de naturales de La Española, a Castilla, para ser vendidos en Cadiz, como esclavos a un buen precio, negocio turbio que a la postre significaría la captura de Colón, quien fue llevado a la Corte con grilletes, para que respondiera por las acusaciones, acciones e irregularidades cometidas durante su mandato como gobernador de La Española. Este evento ocurrió después de que Los Reyes Católicos, recibieran numerosas quejas sobre la conducta de Colón, en vista que poseían abundante información sobre las irregularidades de su administración.
La ambición de Colón, por la acumulación del preciado
metal, lo había llevado a cobrar tributo obligatorio en oro, de manera
que cada aborigen varón mayor de 14 años, debía llevarle una especie de
bolsa mediana llena del preciado metal y una arroba de algodón, cada
tres meses, y como recibo de pago, Colón le colocaba en el cuello una
medalla de latón. Estás imposiciones abusivas alimentaron la rebelión de
los aborígenes, unos huyeron a las montañas y otros enfrentaron con sus
armas a los ibéricos explotadores.
El 20 de noviembre de 1500, Francisco Bobadilla hombre de extrema confianza de los Reyes Católicos, fue nombrado nuevo gobernador de la Española, quien detiene a Colón y a sus hermanos Bartolomé y Diego, quienes regresaron encadenados a España, luego de su tercer viaje. Cristóbal Colón había sido un sádico y pésimo gobernante que tuvo que acudir a dar explicaciones ante las deserciones y motines de los propios subalternos españoles, así como por el maltrato de los aborígenes explotados, que eran obligados a pagar tributos en oro y en algodón bajo el mandato de Colón.
Por estas y otras razones, Los Reyes Católicos
enviaron a Francisco de Bobadilla a restablecer el orden en los dominios
del Nuevo Mundo. Tiempo después tras suplicarle clemencia a la reina
Isabel , Colón sería liberado y regresaría, como almirante, mas no como
virrey, para realizar un cuarto y último viaje, bajo la obligación
explícita de no pasar por la Española, ni de esclavizar y traficar con
los pueblos originarios.
Las instrucciones para autorizarle el cuarto
viaje, decían taxativamente: «Y no habéis de traer esclavos». La
esclavitud convertía a las personas en objetos, en simples mercancías, y
deshumanizaba, tanto a los que la sufrían, como a los que la ejercían.
Su práctica masiva comienza en la isla de La Española, más tarde
conocida como Santo Domingo.
Colón en su primer viaje propone a los
reyes vender en la península 4.000 nativos a 1.500 maravedís la pieza.
Les escribe en varias ocasiones, explicando la factibilidad de dicho
negocio y las condiciones.
A la muerte de los Reyes Católicos y del
propio Colón, el tráfico continuó, y luego fue disimulado a través de
las llamadas Encomiendas, que eran una esclavitud agazapada y deshonrosa
para los pueblos originarios, que producía una separación de los
miembros de una misma familia so pena de muerte, y quienes eran
distribuidos arbitrariamente entre varios conquistadores españoles, como
hicieron con la familia y guerreros de Guaicaipuro.
Al conmemorarse los 500 años de la invasión hispánica al continente Abya Ayalense, en 1992, todos los pueblos originarios desde Canadá hasta la Patagonia cuestionaron el papel de Colón, de la España colonialista y de los conquistadores que masacraron literalmente a millones de pueblos originarios, execraron sus lenguas, cultura, destruyeron sus monumentos, produciendo un verdadero holocausto y genocidio, por la violencia empleada durante más de tres siglos, además de generar la mayor explotación de seres humanos, que significó el tráfico de más de 40 millones de africanos que fueron arrebatados de su continente, para realizar trabajos forzados en otras latitudes.
Hoy la figura de
Cristóbal Colón, como representante del colonialismo y el despojo de los
pueblos originarios, por los conquistadores ibéricos, es sometida a
juicios simbólicos y debates sobre su legado negativo, especialmente a
raíz del derrumbamiento de estatuas de Colón en toda la geografía
continental y de otros conquistadores tales como Hernán Cortés,
Francisco Pizarro, Sebastián de Belalcázar, Diego Colón, Diego de
Lozada, Francisco Fajardo entre otros muchos, quienes son cuestionados
por su papel en el genocidio y las consecuencias de la colonización.
Estos eventos reflejan una reevaluación de la historia que comenzó en este continente y ha ganado alcance global, cuestionando la narrativa tradicional del “descubrimiento”, cuando en realidad fue una invasión que contribuyó con creces a la Acumulación Originaria de Capital, de la Europa pre industrial, que: “nació chorreando sangre” como afirmara Carlos Marx, en relación de mal llamado Descubrimiento de la América.
Referencias:
Los diarios de Colón y el padre Las Casas / Rodolfo A. Borello. Autor:
Borello, Rodolfo A., 1930-1996; Libro de la primera navegación y
descubrimiento de las Indias. Edición de Carlos Sanz (1962); Borello,
Rodolfo A. Los diarios de Colón y el padre Las Casas (1993); Varela,
Consuelo. Textos y documentos completos. Relaciones de viajes, cartas y
memoriales de Cristóbal Colón (1982)
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