sábado, 25 de octubre de 2025

Cristobal Colón Esclavista, Timador y Explotador

NotiVecinos Opinión

 

Daniel Alberto Madriz

Juan Rodríguez Bermejo, desde su puesto de vigía en la carabela La Pinta, fue el marinero de la primera expedición de Cristóbal Colón, en divisar tierra en la madrugada del 12 de octubre de 1492. También conocido como Rodrigo de Triana, a través del catalejo había avistado una pequeña isla del archipiélago de las Lucayas (Bahamas), cuyo nombre aborigen era Guanahani, a la que Colón llamó después San Salvador. Rodríguez Bermejo nunca pudo cobrar los 10.000 maravedís de recompensa que habían prometido los Reyes Católicos, al primero que divisara tierra, ya que Colón, mintió frente a los Reyes castizos, diciéndoles que fue él quien había visto la isla, antes que Rodrigo de Triana, y así hurtó el dinero que se había ganado el marino andaluz nacido en Lepe, Huelva. En esta acción, como en otras de la misma índole, queda retratada la verdadera personalidad de Colón, engañador de oficio y dado al timo, a las falsedades, y a la violencia, cuando era contrariado y no obtenía los objetivos que siempre ocultaba.


Imantaba la brújula del timón, para despistar cualquier curioso observador y llevaba un doble registro en su bitácora, de la distancia y rutas recorridas, para avalar frente a la tripulación, en caso de amotinamiento, menos leguas marinas de las realmente recorridas y justificar lo tardío de no encontrar el fantasioso Cipango o Japón, que buscaba.
Fue experto en manipular y ocultar sus ambiciones. Seleccionaba con sumo cuidado sus tripulaciones para evitar posibles rebeliones.


Igualmente Colón engañó a los Reyes Católicos con las remesas de oro que les enviaba al Reino. Cuando los Caciques tainos, destruyeron el fuerte Natividad, construído en el primer viaje de Colón, y quienes combatieron contra los 40 soldados bien armados y dejados por el navegante en el cuartel de la isla, que luego llamaron La Española, debido a los abusos, rapto de mujeres adolescentes y atropellos que los castellanos hacían contra los habitantes originarios. Colón al regresar en su segunda expedición a la Española, después de un año, se preocupó más por el oro enterrado en el fuerte, que por la suerte corrida por los ibéricos y la muerte de éstos en combate.

Una investigación realizada por la Universidad de Buenos Aires, verifica que Colón menciona 175 veces la palabra oro en su diario de a bordo, lo que denota sin dudas su verdadero objetivo al echarse al mar, desde el fluvial Puerto de Palos de la Frontera del Atlántico español, el 3 de agosto de 1492, con sus amigos y experimentados navegantes los hermanos Pinzón, en busca de la “montaña de oro de la India”, leyenda fantasiosa inventada por Marco Polo. El diario de a bordo es un registro vital de los sucesos y observaciones que usó Colón, durante sus viajes como era usual en los navegantes.


El énfasis en el oro, refleja la principal motivación económica y la búsqueda de riquezas que impulsó la primera expedición y luego las otras tres realizadas, las cuales fueron avaladas por los entonces Reyes de España, interesados más por el oro que pudiera encontrar Colón, que por la búsqueda de una nueva ruta comercial de la seda y las especias orientales.

Cristóforo Colombo, conocido así también por su nacimiento, no confirmado en Génova, lugar donde vivió su niñez y juventud, escribió en su diario: “El oro es excelentísimo, del oro se hace tesoro y con él, quien lo tiene hace cuanto quiere en el mundo”. Apenas pisó las blancas arenas de la isla de Guanahani, aquel amanecer de 12 de octubre de 1492, usando señas y gesticulaciones, les preguntó a los originarios, el lugar dónde se podía encontrar el metal brillante que colgaba de sus cuellos, brazos y muñecas, obsesión que repitió durante su cuatros expediciones, cuando se topaba con aborígenes de las diversas islas del Caribe que visitó.


Preguntando a los tainos por el valioso metal, navegó por las costas de Cuba, pero no se detuvo en ella porque se dirigía a la isla de las cascadas y arroyuelos, hoy Jamaica, que conoció por equivocación, no encontró el oro que buscaba en ella y retornó sin dilación a La Española.

La otra cara del mentado Almirante, es la de traficante de personas e iniciador de las violaciones de los derechos naturales y humanos de los pueblos originarios del continente Abya Ayala, siendo Colón el pionero en la lucrativa actividad mercantilista del tráfico, en calidad de esclavitud de personas originarias y de fauna (transportó loros, papagayos, guacamayas y mamíferos) del llamado Nuevo Mundo hacia la Península Ibérica.


Aunque las cifras exactas varían según la fuente, se estima que Cristóbal Colón, llevó a España, al regresar de su primera expedición, entre 10 y 25 indígenas, en 1493. Solo sobrevivieron entre 7 u 8 de ellos al llegar a la Corte de los Reyes Católicos, porque dos se arrojaron al mar y un tercero murió del frío o enfermedad misteriosa, dado que llegaron a la Corte, como dijera el obispo Fonseca: “vestían como nacieron, como andaban de donde vinieron”. El resto murió en los monasterios a donde fueron llevados. Tiempo después en las siguientes expediciones, traficaron llevando mujeres nativas secuestradas a la península ibérica para ser vendidas como esclavas entre los cortesanos pudientes, quienes pagaban altas cantidades de oro por las niñas y adolecentes que usaban como sirvientas y concubinas a la vez, con resultados igualmente trágicos. Colón en el Segundo Viaje, realizado en 1494, capturó a 1.500 indígenas de la isla Quisqueya o “madre de todas las tierras”, llamada así por los tainos a la parte oriental que Colón después la llamaría como La Española.


De los 1.500 solo pudo enviar 550 por falta de espacio en las Carabelas, traficando solo los mejores entre 12 y 30 años a España según especificó el Genovés, para ser vendidos como esclavos, de los cuales 200 murieron en la travesía que duraba entre 30 o 40 días, dado que eran mal alimentados. A raíz de la brutalidad del trato, con los originarios, la Reina Isabel I de Castilla, ordenó por Real Cédula, que se detuviera la práctica de esclavizar aborígenes y que los supervivientes fueran devueltos a su tierra natal. Los hermanos de Colón, participaron en las crueles expediciones de tráficos de aborígenes, no hay registros detallados sobre la totalidad de indígenas que llevaron a España, pero datos encontrados años después indican que Bartolomé Colón, envió 800 y Diego 300 nativos, porque al igual que su hermano Cristóbal, alteraban los datos siendo igual de farsantes como su hermano mayor. 

No obstante, es un hecho histórico que los hermanos de Colón, participaron en la captura, maltrato y envío de naturales de La Española, a Castilla, para ser vendidos en Cadiz, como esclavos a un buen precio, negocio turbio que a la postre significaría la captura de Colón, quien fue llevado a la Corte con grilletes, para que respondiera por las acusaciones, acciones e irregularidades cometidas durante su mandato como gobernador de La Española. Este evento ocurrió después de que Los Reyes Católicos, recibieran numerosas quejas sobre la conducta de Colón, en vista que poseían abundante información sobre las irregularidades de su administración.


La ambición de Colón, por la acumulación del preciado metal, lo había llevado a cobrar tributo obligatorio en oro, de manera que cada aborigen varón mayor de 14 años, debía llevarle una especie de bolsa mediana llena del preciado metal y una arroba de algodón, cada tres meses, y como recibo de pago, Colón le colocaba en el cuello una medalla de latón. Estás imposiciones abusivas alimentaron la rebelión de los aborígenes, unos huyeron a las montañas y otros enfrentaron con sus armas a los ibéricos explotadores.

El 20 de noviembre de 1500, Francisco Bobadilla hombre de extrema confianza de los Reyes Católicos, fue nombrado nuevo gobernador de la Española, quien detiene a Colón y a sus hermanos Bartolomé y Diego, quienes regresaron encadenados a España, luego de su tercer viaje. Cristóbal Colón había sido un sádico y pésimo gobernante que tuvo que acudir a dar explicaciones ante las deserciones y motines de los propios subalternos españoles, así como por el maltrato de los aborígenes explotados, que eran obligados a pagar tributos en oro y en algodón bajo el mandato de Colón.


Por estas y otras razones, Los Reyes Católicos enviaron a Francisco de Bobadilla a restablecer el orden en los dominios del Nuevo Mundo. Tiempo después tras suplicarle clemencia a la reina Isabel , Colón sería liberado y regresaría, como almirante, mas no como virrey, para realizar un cuarto y último viaje, bajo la obligación explícita de no pasar por la Española, ni de esclavizar y traficar con los pueblos originarios.


Las instrucciones para autorizarle el cuarto viaje, decían taxativamente: «Y no habéis de traer esclavos». La esclavitud convertía a las personas en objetos, en simples mercancías, y deshumanizaba, tanto a los que la sufrían, como a los que la ejercían. Su práctica masiva comienza en la isla de La Española, más tarde conocida como Santo Domingo.
Colón en su primer viaje propone a los reyes vender en la península 4.000 nativos a 1.500 maravedís la pieza. Les escribe en varias ocasiones, explicando la factibilidad de dicho negocio y las condiciones.


A la muerte de los Reyes Católicos y del propio Colón, el tráfico continuó, y luego fue disimulado a través de las llamadas Encomiendas, que eran una esclavitud agazapada y deshonrosa para los pueblos originarios, que producía una separación de los miembros de una misma familia so pena de muerte, y quienes eran distribuidos arbitrariamente entre varios conquistadores españoles, como hicieron con la familia y guerreros de Guaicaipuro.

Al conmemorarse los 500 años de la invasión hispánica al continente Abya Ayalense, en 1992, todos los pueblos originarios desde Canadá hasta la Patagonia cuestionaron el papel de Colón, de la España colonialista y de los conquistadores que masacraron literalmente a millones de pueblos originarios, execraron sus lenguas, cultura, destruyeron sus monumentos, produciendo un verdadero holocausto y genocidio, por la violencia empleada durante más de tres siglos, además de generar la mayor explotación de seres humanos, que significó el tráfico de más de 40 millones de africanos que fueron arrebatados de su continente, para realizar trabajos forzados en otras latitudes.


Hoy la figura de Cristóbal Colón, como representante del colonialismo y el despojo de los pueblos originarios, por los conquistadores ibéricos, es sometida a juicios simbólicos y debates sobre su legado negativo, especialmente a raíz del derrumbamiento de estatuas de Colón en toda la geografía continental y de otros conquistadores tales como Hernán Cortés, Francisco Pizarro, Sebastián de Belalcázar, Diego Colón, Diego de Lozada, Francisco Fajardo entre otros muchos, quienes son cuestionados por su papel en el genocidio y las consecuencias de la colonización.

Estos eventos reflejan una reevaluación de la historia que comenzó en este continente y ha ganado alcance global, cuestionando la narrativa tradicional del “descubrimiento”, cuando en realidad fue una invasión que contribuyó con creces a la Acumulación Originaria de Capital, de la Europa pre industrial, que: “nació chorreando sangre” como afirmara Carlos Marx, en relación de mal llamado Descubrimiento de la América.


Referencias: Los diarios de Colón y el padre Las Casas / Rodolfo A. Borello. Autor: Borello, Rodolfo A., 1930-1996; Libro de la primera navegación y descubrimiento de las Indias. Edición de Carlos Sanz (1962); Borello, Rodolfo A. Los diarios de Colón y el padre Las Casas (1993); Varela, Consuelo. Textos y documentos completos. Relaciones de viajes, cartas y memoriales de Cristóbal Colón (1982)

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