miércoles, 21 de agosto de 2024

Grupo Madera: Prohibido olvidar

 

 Grupo Madera: cuarenta y cuatro años después de la tragedia

El 15 de agosto de 1980, el río Orinoco, en la selva venezolana, se tragó a once integrantes del grupo Madera, conjunto musical que pasaba por su mejor momento. La desgracia dejó en silencio a un país.

A lo largo de cuarenta años, Madera se ha convertido en un ícono de la cultura en Venezuela.

Por: Martín Gómez V.

La tragedia del grupo Madera, en Venezuela, se parece a la tragedia del Club Alianza Lima, en Perú. Música y deporte. Llanto y dolor. La conexión del tambor y el protagonismo afrodescendiente. Los culpables que no aparecen. El silencio cómplice de las autoridades. Lo que Madera pudo haber logrado de no haber naufragado aquella embarcación en el río Orinoco. Lo que los jóvenes futbolistas del Alianza Lima hubieran conquistado de no haberse caído el avión Fokker en el mar de Ventanilla.

En 1977, el barrio Marín, en San Agustín del Sur, era testigo de cómo la salsa se convertía en el ingrediente principal de sus vidas. El eco del sonido neoyorquino mantenía su hechizo en los barrios sencillos de Caracas. La Dimensión Latina, Los Dementes de Ray Pérez y tantas agrupaciones hacían lo suyo. Hervía el ambiente.

Pero Juan Ramón Castro, Ricardo Quintero y Nelly Ramos, por citar algunos de sus fundadores, soñaban con algo más. Un proyecto musical y cultural sostenible. De integración. De reivindicación del tambor y de los ritmos afrovenezolanos. Un proyecto musical con mensaje. Porque en el barrio la exageración de la rumba también incluye a gente pensante. Que cuestiona lo que ocurre en su entorno. Y ese fue el proyecto.

Así nació el Grupo Folklórico y Experimental Madera, siendo la primera actuación el 18 de noviembre de 1977 en la Casa Monagas. Tras más de cien actuaciones e infinidad de talleres, Madera se empezó a meter en el gusto de la capital de Venezuela. “No era fácil ser negro y pobre en Caracas”, declaró alguna vez Nelly Ramos.

De ahí que canciones de unidad como ‘Compañeros’ o ‘Canción con todos’ elevaban al máximo la palabra integración.Los estrategas del disco le recomendaban a Juan Ramón Castro variar un poco el estilo, hacerlo más comercial. Pero Juan Ramón, testarudo, no claudicó. Su gente tampoco.

Las carencias en el barrio Marín de pronto habían cambiado. La abundancia del ritmo la tenían en Madera. Eso era un orgullo para ellos. Además, ya Maderita, el brazo infantil del proyecto, trabajaba con los niños.

 

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